Los Reyes fundadores

Capilla Real de Granada

 

La Capilla Real alberga los restos mortales de Isabel I de Castilla y de Fernando V de Aragón, los Reyes Católicos. También acoge los restos de Juana I y Felipe I. Por último, están aquí los restos del pequeño Príncipe Miguel, muerto en 1500 en Granada con dos años, que durante corto tiempo fue heredero de Castilla, Aragón y Portugal. Era hijo de Don Manuel el Afortunado y de Isabel, hija mayor de los Reyes Católicos que murió en el parto. Don Manuel casó después con María, cuarta hija de los Reyes Católicos . También yacieron aquí los restos de la Emperatriz Isabel, hija de ese último matrimonio y esposa de su primo hermano el Emperador Carlos, con los de sus hijos los Infantes Fernando y Juan y de la Princesa María, primera esposa de Felipe II. Los cuatro fueron trasladados a El Escorial por Felipe II en 1574.

Todos son fundadores de esta casa porque contribuyeron a su edificación y ornamentación, a la dotación de personas y medios, a los instrumentos jurídicos que le dieron personalidad y dirigieron su vida y actividad. Pero aquí nos ceñimos a los Reyes Católicos que fueron los que encontraron motivos suficientes para poner aquí su enterramiento.

 

Enterrarse en Granada

Granada representó mucho para estos reyes. Aquí está un paso decisivo en la unificación de España, aquí culmina un esfuerzo secular colectivo, aquí nace el impulso expansivo hacia Occidente, aquí nacen diversas instituciones que marcan el inicio de la modernidad.

Cuando comienza el reinado de Fernando e Isabel, la Península Ibérica está dividida en cinco reinos independientes: Castilla, Aragón, Navarra, Portugal y Granada. En los dos primeros estaban comprendidos numerosos reinos antiguos como León, Murcia, Jaén, Córdoba, Sevilla y Valencia, amén de otros territorios de fuerte personalidad histórica como los Principados de Asturias y Cataluña.

A su muerte estaban unidos todos ellos (excepto Portugal hacia el cual se habían lanzado lazos matrimoniales que traerían la unión en el futuro) en la misma monarquía con respeto de las instituciones de cada territorio. En este proceso la integración de Granada fue la empresa más costosa y deseada. Una vez alcanzada, se hizo, en principio, con igual criterio de respeto a la peculiar forma de vida del reino.

Esta integración, además, fue el final de la larga historia medieval española dirigida con constancia secular hacia la recuperación de la unidad territorial. En Granada está el último capítulo de una empresa secular: la superación de la «pérdida de España» tan llorada en todo el medievo. En Granada está también el primer capítulo de otra empresa secular: la expansión atlántica, que define el dinamismo del reinado, sin olvidar los movimientos hacia Italia, hacia los Países Bajos, hacia Inglaterra y hacia Portugal. Se constituye así en el centro del reinado en sus aspectos más significativos y valiosos: aquellos que cambiaron la historia española y universal.

En Granada muere la Edad Media y nace la modernidad en la apertura a lo universal, en la renovación del arte con el renacimiento, en la forma de gobernar y en las nuevas instituciones que sirven para ello. Entre éstas hay tres que, ensayadas en Granada, serán los instrumentos de gobierno en la inmensidad de los territorios ultramarinos: la Real Chancillería, la Capitanía General y el Patronato regio sobre una Iglesia que se enfrenta a algo olvidado en la España anterior: la labor misionera. Con razón, pues, hicieron de Granada su enterramiento consagrando una significativa presencia definitiva suya en esta tierra. Para ello abandonaron el primer proyecto de enterramiento en la iglesia franciscana de San Juan de los Reyes de Toledo.

A Granada desea volar Isabel aunque la Capilla no está construida: «Quiero y mando que mi cuerpo sea sepultado en el monasterio de San Francisco que es en la Alhambra de la ciudad de Granada». Fernando ordena lo mismo en su testamento para reposar junto a los restos de su esposa.

Dimensión religiosa de los Reyes Católicos

«Importa mucho destacar la coherencia con que ambos reyes trataron de vivir su fe. Se ha dicho muchas veces que Fernando fue modelo para El Príncipe de Maquiavelo y así se le atribuye una cierta amoralidad. Pero no hallamos confirmado tal aserto en parte alguna… y la documentación conservada, que es abundantísima, permite sostener más bien lo contrario.»

Luis Suárez

Mucho más se puede decir de Isabel que fue una mujer piadosa, pero con una fe llena de fortaleza. Mostró esta fuerza en la reforma de la Iglesia española, mediante una depuración y una profundización de la vida cristiana. Los medios fueron la vuelta de los religiosos a su regla originaria, la mejora de la conducta de los clérigos, el impulso de la cultura religiosa mediante las Universidades generando una minoría capaz de dirigir eficazmente a la comunidad cristiana. Puso al frente de las Diócesis españolas obispos que las gobernaran desde la piedad verdadera y la alta preparación intelectual.

Como se preocupó Isabel de la mejora moral de la Iglesia y sociedad española, se preocupó especialmente de la evangelización de las nuevas tierras. El Codicilo a su testamento, dado el 23 de noviembre, tres días antes de morir, muestra que la principal intención de la Reina en cuanto al descubrimiento de las Islas y Tierra Firme de las Indias Occidentales, fue la evangelización y la conversión de sus naturales a la Fe Católica y que así lo sigan haciendo los reyes sus sucesores y que los moradores de aquellas nuevas tierras, no reciban agravio, sino que sean bien y justamente tratados:

Por cuanto al tiempo que nos fueron concedidas por la santa Sede Apostólica las Islas y Tierra Firme del Mar Océano, descubiertas y por descubrir, nuestra principal intención fue, que lo suplicamos al Papa Alejandro sexto, de buena memoria, que nos hizo la dicha concesión, de procurar de inducir y traer los pueblos de ellas y convertirlos a nuestra santa fe católica, y enviar a las dichas Islas y Tierra Firme prelados y religiosos y clérigos y otras personas doctas y temerosas de Dios para instruir los vecinos y moradores de ellas en la fe católica, y enseñarles a doctrinar buenas costumbres, y poner en ello la diligencia debida…, por ende, suplico al rey, mi señor, muy afectuosamente, y encargo y mando a la dicha princesa, mi hija, y al dicho príncipe su marido, que así lo hagan y cumplan, y que este sea su principal fin, y que en ello pongan mucha diligencia y no consientan ni den lugar que los indios, vecinos y moradores de las dichas Indias y Tierra Firme, ganadas y por ganar, reciban agravio alguno en sus personas ni bienes, mas manden que sean bien y justamente tratados, y si algún agravio han recibido lo remedien y provean por manera que no se exceda en cosa alguna lo que por las letras apostólicas de la dicha concesión nos es iniungido y mandado.

El Papa Juan Pablo II ha resaltado esta dimensión de la presencia española en el Nuevo Mundo: «España aportó al Nuevo Mundo los principios del Derecho de Gentes […] y puso en vigor un conjunto de Leyes, con las que la Corona Castellana trató de responder al sincero deseo de la Reina Doña Isabel I de Castilla de que sus hijos los indios […] fueran reconocidos y tratados como seres humanos con dignidad de hijos de Dios».

 

ASPECTOS CRITICADOS DE SU REINADO

La expulsión de los judíos y la imposición de la fe a los musulmanes granadinos, junto con la represión de la herejía, constituyen los capítulos presentados reiteradamente como negativos. Así lo han hecho durante siglos los que sufrieron las actuaciones de estos gobernantes. Otros continúan hoy presentando esta visión negativa, porque los juzgan con criterios de hoy. Pero Isabel y Fernando no vivieron los criterios actuales. Ni tampoco los conocieron los restantes gobernantes de su tiempo: todos los países europeos aplaudieron las iniciativas de los Reyes Españoles que eran una fuente de seguridad para todos y ellos actuaban de la misma manera. Durante toda la Edad Moderna, la unidad política se basaba en la religión y la condición de miembro de la comunidad política se reconocía según la adscripción religiosa. Por desgracia no son pocos los países en que todavía se piensa y actúa así.

En realidad, lo que hoy es objeto de persistente acusación, entonces era signo de fortaleza y buena línea de gobierno. Los hechos de las personas hay que juzgarlos a la luz de su conciencia y de los usos, leyes y costumbres que vivieron. No hacerlo así, comporta una injusticia hacia la persona que juzgamos según nuestros valores.

Para poner luz en esta actuación de los Soberanos tenemos la visión profundamente humana que aparece en sus normas sobre los habitantes de tierras e islas de los territorios descubiertos. Se basa en lo que se llamó «Derecho de gentes». Son los actuales derechos humanos que informan las normas jurídicas que consagró Isabel en su testamento.

 

 

EL MATRIMONIO DE LOS REYES CATÓLICOS

El mausoleo de los Reyes Católicos es una imagen de su unidad matrimonial. También lo es de su esperanza de encuentro con Dios como matrimonio. Así lo vio Fernando en su testamento: «Porque el ayuntamiento que tuvimos viviendo y que nuestras ánimas espero en la misericordia de Dios tendrán en el cielo, lo tengan y representen nuestros cuerpos en el suelo».

En el mismo testamento Fernando nos dejó testimonio de cómo amaba a su mujer y qué pensaba de ella: «Considerando que entre las otras muchas y grandes mercedes, bienes y gracias que de Nuestro Señor, por su infinita bondad y no por nuestros merecimientos, habemos recibido, una muy señalada ha sido, en habernos dado por mujer y compañera a la Serenísima Señora Reina Doña Isabel nuestra muy cara y muy amada mujer, que en gloria sea; el fallecimiento de la cual sabe Nuestro Señor cuánto lastimó nuestro corazón y el sentimiento entrañable que de ello hubimos como es muy justo, que allende de ser tal persona y tan conjunta a Nos, merecía tanto por sí en ser dotada de tantas y tan singulares excelencias, que ha sido su vida ejemplar en todos actos de virtud y del temor de Dios y amaba y celaba tanto nuestra vida y salud y honra que Nos obligaba a quererla y amarla sobre todas las cosas de este mundo».

Este matrimonio se inició por conveniencia, como era habitual entre las personas de su rango en aquellos tiempos, cuando los novios no se conocían. Pero creció en una fuerte unidad basada en el amor sincero y duradero. Este amor fue, como dice San Pablo, el «ceñidor» de la unidad que emparejó a dos gobernantes irrepetibles con dos grandes inteligencias, dos voluntades plenas de constancia y tenacidad y dos mentes clarividentes en un solo querer: la construcción de España.