La orfebrería

Capilla Real de Granada

 

Si en la visita de la Sacristía-Museo podemos disfrutar con todas las piezas expuestas, el visitante se siente atraído por las joyas y alhajas de uso personal de los Reyes: la corona y el cetro, el cofre, el espejo de la Reina y la espada del Rey.

Destaca por su belleza, interés y valor el cofre o arqueta de la Reina. Esta obra, de plata sobredorada, repujada y cincelada, está dividida por medio de listeles en seis espacios con bellos temas vegetales y animales que se concilian armónicamente con el relieve de la Resurrección: Cristo bendice con su mano derecha y en la izquierda lleva el estandarte de la victoria. Aunque la tradición ha unido este cofre a las joyas que vendiera la Reina para ayudar a Colón en su empresa descubridora, el motivo religioso del relieve nos habla más de un relicario.

Otros dos objetos de uso personal de la Reina Católica son sus insignias reales: corona y cetro, ambos de plata sobredorada y estilo gótico.

La corona de Dª Isabel (14 cm de diámetro) destaca por su gran sencillez; presenta aro inferior liso y parte superior calada con tallos entrelazados, granadas y hojas.

El cetro de Dª Isabel (1 metro) tiene remate superior romboidal con cilindro central y adornos de hojas superpuestas.

Una de las joyas más sorprendentes es el que fuera originalmente espejo de la Reina Católica (72 cm. de alto).

Con influjos anteriores, es de estilo renacentista y, posteriormente fue convertido en custodia.

 


 

La espada de D. Fernando es la única pieza de uso personal del monarca aquí conservada. Es una obra de las mejores de su época, salida de taller italiano, quizá florentino. Mide 92 cm de largo y 4 cm de ancho. Su pomo es de forma esférica con hojas y flor superior central. La empuñadura con chapa de oro grabada se completa con medallones, formándose el puño por dos conos truncados unidos por su parte más ancha; de ésta nacen dos patas en semicírculo con cabezas de serpientes.

El Relicario de la Reina, destinado a contener el Lignum Crucis, es una de las joyas más bellas e interesantes; su autor une el lenguaje decorativo con profundos conceptos simbólicos, artísticos y religiosos.

Esta pieza sobredorada (37 cm de alto) es de estilo gótico flamígero de finales del XV o principios del XVI.

Todos los temas escultóricos del Relicario de la Reina están íntimamente entrelazados; su creador consiguió representar el árbol genealógico de Cristo con su punto culminante en la escena del Calvario, juicio este que se reafirma al ser la propia cruz el extremo superior del árbol. Este relicario se conserva en el retablo-relicario del lado de la epístola.

Otras piezas de orfebrería —cálices, portapaces, cruces, custodias y, sobre todo, relicarios— que encontramos en la Sacristía-Museo, en los retablos-relicarios del crucero y en la vitrina situada en el acceso a la Catedral, ilustran los diversos estilos: gótico, renacentista, manierista, barroco, rococó.